No sabría decir cuántos libros se han escrito sobre ETA, aunque me consta que son muchos. De las novelas me viene a la mente un par de ellas, tan magníficas como diametralmente opuestas: El hombre solo (1993), de Bernardo Atxaga y La carta (1990), de Raúl Guerra Garrido.
Imagino que este momento dará lugar a grandes libros y excelentes relatos. Pero hoy eso es lo de menos. Por muy bibliófilo que sea uno, la vida siempre está por encima de los libros. De igual manera, y por muy devoto que uno sea de sus ideas, la vida prima.
La vida merece ser celebrada siempre, pero más aún en días como éste.
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