martes, 1 de noviembre de 2011

Seis traductores

En una reciente visita a Austin, el escritor español Vicente Molina Foix nos contó que Stanley Kubrick seleccionaba personalmente a los traductores y a los dobladores de sus películas en todo el mundo. Molina Foix lo sabía de buena tinta, puesto que él fue uno a los que Kubrick eligió para traducir sus largometrajes. A algunos el perfeccionismo de Kubrick les resultará exagerado, una manía de genio, una excentricidad. Seguramente lo es. Aunque sea una práctica totalmente legal, cada vez resulta más difícil que un creador mantenga a su obra de arte sometida a tan férreo control.


 


Me acordé de Molina Foix y de Kubrick al enterarme de que la versión en alemán del libro de entrevistas del fallecido Steve Jobs tiene seis traductores. Sólo así ha podido ser editado a tiempo. Pensé entonces que lo que Kubrick pedía no era sino que su propia voz y la de sus actores no variaran en extremo al ser dobladas, de tal manera que lo que pretendían transmitir las palabras del guión y las actuaciones de los actores se mantuviera íntegro al pasar de idioma al otro. O dicho de manera más gráfica: que la imagen y el sonido, esencia del cine, se respetaran; que palabras, voz e interpretación se acoplaran armoniosamente.

En el fondo, Kubrick lo que estaba reclamando con su actitud es que se reconociera la importancia de la traducción, eso que Umberto Eco define tan acerdamente en uno de sus libros como "decir casi lo mismo". Se puede decir casi lo mismo de muchas maneras, pero hay algunas más ajustadas al original que otras.

Que seis voces se propongan interpretar un solo parece una broma. La voz humana tiene algunas limitaciones, y una de ellas es que es un intrumento musical monofónico. Seis voces harmónicas no dejan de ser una polifonía. ¿Se imaginan un libro de Nabokov o Kafka traducido por seis personas distintas, una por capítulo? ¿No les ha ocurrido leer a un escritor en traducción y sentir que su voz no era "su" voz, la de otros libros, y luego darse cuenta de que el traductor era otro? 

Hay quien dice que el mundo sin Steve Jobs no sería el mismo, que su inteligencia, ingenio e intuición difícilmente serán igualables. Tal vez sólo por eso sus palabras merecerían ser tratadas con más cuidado.

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